El agua es una
sustancia cuyas moléculas están
compuestas por un átomo de oxígeno y
dos átomos de hidrógeno, H2O.
Existe en la Tierra en tres
estados: sólido (hielo, nieve), líquido y gas (vapor de agua).
Cuando se formó, hace
aproximadamente cuatro mil quinientos millones de años, la Tierra ya tenía en
su interior vapor de agua.
En un principio, era una enorme
bola en constante fusión con cientos de volcanes activos en su superficie. El
magma, cargado de gases con vapor de agua, emergió a la superficie gracias a
las constantes erupciones. Luego la Tierra se enfrió, el vapor de agua se
condensó y cayó nuevamente al suelo en forma de lluvia.
Se denomina agua dulce aquella
que, a diferencia del agua de mar o el agua salobre,
se encuentra de manera natural en forma líquida en la superficie
terrestre, en ríos, lagos o lagunas; bajo ella, en calidad de aguas subterráneas;
o en estado sólido, como capas de hielo, icebergs o
glaciares. Lo que distingue el agua dulces su baja concentración de
sales y sólidos disueltos, y su escaso o nulo sabor, aunque sí incluye las
aguas ricas en propiedades minerales.
El agua
potable es aquella que es apta para el consumo humano, debido a
que no supone riesgo alguno para la salud. El acceso al agua potable constituye
uno de los problemas más importantes a nivel mundial, pues decenas de países
poseen una gran parte de su población en situación de extrema pobreza y sin
acceso adecuado al vital líquido, mientras que otras naciones, que han
implementado una serie de políticas responsables en torno al tema del agua, su
control y tratamiento, han logrado garantizar a sus ciudadanos en buena medida
su acceso al agua potable
Las aguas
residuales (también conocidas como aguas servidas,
negras, fecales o cloacales) son aquellas que se encuentran contaminadas por
diversos tipos de desechos, como excrecencias humanas, desprecios orgánicos,
suciedad y basura en general, provenientes de viviendas, poblaciones y de la
industria. Este tipo de aguas, generalmente, ya fueron aprovechadas en su uso y
no son reutilizables de manera inmediata. En este sentido, requieren ser
sometidas a un tratamiento adecuado para volver a ser aptas para su
utilización. Un apropiado control y tratamiento de aguas residuales es
fundamental para mantener los niveles de contaminación al mínimo.
Como agua
subterránea se designa aquella que se encuentra debajo
de la superficie continental, en el subsuelo, alojada en los acuíferos. Como
tal, puede ocupar poros o grietas de ciertos tipos de suelos o rocas que la
absorben como una esponja, o puede encontrarse recorriendo galerías o cavidades
subterráneas. Es una fuente fundamental de abastecimientos de aguas
dulces.
El agua salobre es
aquella cuya proporción de sales disueltas es mayor a la del agua dulce, aunque
menor que la del mar, en un rango que oscila entre los 500 miligramos y los 30
gramos de sal por cada litro. En este sentido, su contenido en sales es
superior de aquel aconsejable para el consumo humano, para la agricultura o
para usos industriales. Por lo general, la podemos encontrar en zonas de
encuentro de aguas fluviales y marinas, como los estuarios de los ríos.
Océanos, ríos, nubes y
lluvia están en constante cambio: el agua de la superficie se evapora, el agua
de las nubes precipita, la lluvia se filtra por la tierra y sin embargo, la
cantidad total de agua en el planeta no cambia.
La circulación y conservación
de agua en la Tierra se llama ciclo hidrológico, o ciclo del agua.
El fenómeno conocido como
ciclo del agua es aquel que hace que el agua vaya transformando sus estados en
diferentes momentos para mantenerse siempre como uno de los elementos más importantes
del planeta.
El ciclo del agua sucede a
partir de la interacción de reacciones químicas con reacciones biológicas
y geográficas. Sin el ciclo de agua los seres humanos no podrían acceder a este
elemento natural ya que se volvería un recurso agotable estando en un sólo
estado y no recreándose una y otra vez.
El ciclo hidrológico
comienza con la evaporación del agua desde la superficie del océano. A medida
que se eleva, el aire humedecido se enfría y el vapor se transforma en agua: es
la condensación. Las gotas se juntan y forman una nube. Luego, caen por su
propio peso: es la precipitación. Si en la atmósfera hace mucho frío, el agua
cae como nieve o granizo. Si es más cálida, caerán gotas de lluvia.
Una parte del agua que
llega a la tierra será aprovechada por los seres vivos; otra escurrirá por el
terreno hasta llegar a un río, un lago o el océano. A este fenómeno se le
conoce como escorrentía. Otro poco del agua se filtrará a través del suelo,
formando capas de agua subterránea. Este proceso es la percolación. Más tarde o
más temprano, toda esta agua volverá nuevamente a la atmósfera, debido
principalmente a la evaporación.
Al evaporarse, el agua
deja atrás todos los elementos que la contaminan o la hacen no apta para beber
(sales minerales, químicos, desechos). Por eso el ciclo del agua nos entrega un
elemento puro. Pero hay otro proceso que también purifica el agua, y es parte
del ciclo: la transpiración de las plantas.
Las raíces de las plantas
absorben el agua, la cual se desplaza hacia arriba a través de los tallos o
troncos, movilizando consigo a los elementos que necesita la planta para
nutrirse. Al llegar a las hojas y flores, se evapora hacia el aire en forma de
vapor de agua. Este fenómeno es la transpiración.
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